miércoles, 21 de diciembre de 2011

Tommy querido


El sonido del abrecartas rasgando el sobre cortó el silencio del despacho. Los dos hijos del difunto y sus respectivas madres prestaron atención. Tommy era quizás quien se encontraba más nervioso de los cuatro. Y resentido. Al fin y al cabo, había tenido que llegar a conocer a su verdadero padre en la esquela que le mostró su madre días antes.

—Tommy, querido —le había dicho su madre mientras desayunaban en la mesa de la cocina. A pesar de tener veinticinco años, ella aún se refería a su hijo con ese ridículo diminutivo—, mira esto.

Le extendió el periódico, abierto por el obituario y señalando una de las esquelas. Él la leyó en voz alta:

martes, 20 de diciembre de 2011

Aves de rapiña


El sonido del abrecartas rasgando el sobre cortó el silencio del despacho. Los dos hijos del difunto y sus respectivas madres estiraron el cuello cual si fueran una bandada de buitres al acecho de carroña. Parecía como si aquel sobre contuviera los mismísimos restos del fallecido y los pajarracos estuvieran dispuestos a darse picotazos entre ellos con tal de llevarse el mejor pedazo. El notario parecía disfrutar del momento. Sabía quiénes eran los presentes y quiénes los ausentes, aunque no dijo nada. En su lugar, extrajo el documento y comenzó a contar las hojas con evidente fruición, relamiéndose los finos, casi inexistentes, labios.

martes, 13 de diciembre de 2011

Iteraciones


Cada noche realizaba el mismo trayecto, caminaba por las mismas calles de vuelta a casa. Le resultaba indiferente el clima que hubiera; él recorría, sí o sí, su itinerario fijo. Tenía tan apuradas la frecuencia y amplitud de los pasos que siempre realizaba la misma marca de tiempo. Tomaba las curvas de forma milimétrica, casi como un piloto profesional. Había veces, incluso, que se imaginaba derrapando con las suelas de los zapatos, pero jamás lo hacía, no por vergüenza, sino porque no quería arriesgarse a perder unas valiosas décimas. De hecho, si aparecía algún obstáculo en mitad de su camino — una alcantarilla abierta, un cochecito de bebé, un par de señoras orondas de andares pendulares —, lo esquivaba y aceleraba el paso para recuperar el tiempo perdido. Sabía perfectamente la duración del rojo y el verde de cada semáforo con que se topaba. «Ahora cuento hasta tres y el semáforo se pondrá en verde: Una... Dos... ¡Tres! ¿Ves?». Aquella repetitividad lo tranquilizaba, le transmitía la sensación de que todo funcionaba según las reglas de la lógica y la física. Necesitaba que todo fuera previsible. A veces, cuando esperaba la transición de los colores de los semáforos, se turbaba al pensar que podrían no funcionar según lo calculado. ¿Qué pasaría entonces?

jueves, 17 de noviembre de 2011

Clementine


Clementine vivía en la buhardilla de un edificio antiguo de seis plantas situado en el centro histórico de la ciudad. Era un lugar reducido de apenas diez metros cuadrados, equipado con lo esencial: Cama, ropero, mesa, silla, frigorífico, fregadero, fogón y una pequeña despensa, todo ello ubicado en un mismo espacio; aparte, separado por un arco con cortinilla, el aseo con un plato de ducha. Las paredes estaban forradas, desde el suelo hasta el bajo techo de vigas de madera, con fotografías de toda la gente a la que amaba y conocía. En el suelo, a los pies de la cama, descansaban unos cuantos libros apilados junto a un quemador de incienso. Cuando Clementine no estaba presente, la pareja de gatos que, un día de lluvia, había recogido de la calle cuidaban de la buhardilla.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Autorretrato


Repasó con satisfacción lo que había escrito:

«Ingeniero en Informática sin vocación camina apresurado hacia la salida de emergencia.

Me miro al espejo y lo primero que me llama la atención es la nariz y la boca, inclinadas educadamente hacia un lado, como si quisieran olisquear alguna cosa que acabaran de dejar atrás y la cara insistiera en tirar hacia otra parte. Como buen libra, soy persona en pos del equilibrio y la excelencia, pero tiendo a caer hacia la izquierda, en todos los sentidos.

domingo, 30 de octubre de 2011

Déjà vu


«Esto ya lo he vivido antes», se dijo. La molesta sensación le había llegado mientras contemplaba absorto el rostro de reprobación de su esposa. Tenía la capacidad de marearlo y hacerle olvidar, tanto lo que ocurría a su alrededor como cuanto había ocurrido a corto plazo. No obstante, en ello se sustentaba su relación, una sarta de reproches con un único sentido, de ella a él. Pero le resultaba cómodo.

martes, 25 de octubre de 2011

Mi primer día de clase


«Pobres ilusos, creen que llegarán a ser algo y apenas son conscientes de que, para lograr el ansiado éxito, tan solo hace falta un golpe de suerte. ¡Ay! Si pudieran verme, si pudiera contarles... Yo también lo intenté en su momento, no cejé en mi empeño por alcanzar el súmmum de la narrativa contemporánea, mas lo único que conseguí fue una plaza post mórtem en el Ateneo para toda la eternidad. Y heme aquí, no más que un espectro errante entre libros y generaciones efímeras de alumnos esperanzados.

lunes, 24 de octubre de 2011

El próximo en llegar


Hace tiempo me preguntabas por qué no te dedicaba algún texto, o por qué no presentaba en algún relato un personaje a tu imagen y semejanza, o, al menos, con ciertas reminiscencias tuyas. Amigo, creo que el día ha llegado. Y no lo haré desde la nostalgia, ni desde palabras fatuas. No, amigo, lo haré desde la alegría que supone volver a reunirme — reunirnos — contigo.

jueves, 6 de octubre de 2011

La gran manzana


Esta mañana, con pocas horas de descanso y el ojo izquierdo renqueante por una pequeña conjuntivitis, tomé el metro, como siempre, escuchando música. A mis auriculares llegó una compilación de piezas musicales un tanto extraña: Lacrimosa, del réquiem de Mozart; Stairway to heaven, de Led Zeppelin; Imagine, de John Lennon; Ich will bei meinem Jesu sachen, de la Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach; Hallelujah, de Jeff Buckley, y unas cuantas más del mismo palo. Todas las canciones muy bonitas, sí, pero no eran la mejor forma de afrontar una jornada de trabajo, parecía como si fuese haciendo el trayecto hacia mi muerte.

martes, 13 de septiembre de 2011

Cinegética


(o cómo jugar por primera - y última - vez a ser poeta)


Hoy quiero jugar al poeta cinegético,
disparar al ave que no quiere volar
y se pliega en un gesto hermético,
celosa de su ideología contumaz.
Ideología que no es más
que la consecuencia de su experiencia,
que impide que la luna acicale su pecho,
que pone la máscara sobre el rostro
de quien no la quiere llevar.
¿Qué es amar sin confiar,
ni saber,
ni desconfiar,
ni querer saber?
Me hablas de libertad y espiritualidad
mientras te obstinas en continuar
con los pies y la cabeza bajo un arenal.
Pero entiéndelo, nada te pido,
solo quiero que me escuches,
aceptes mi entrega,
y no rechaces con tu boca
el alimento que te quiero ofrecer,
como metralla de puré
en boca de una niña
a quien le robaron las ganas de comer.

viernes, 29 de julio de 2011

Veintinueve


Existe una librería en mitad del camino de baldosas grises. No es una librería corriente, pues, para empezar, no hay dependientes y los libros no se compran. Además, no existen libros disponibles en tantas otras, se trata de un lugar donde cada libro es único y a cada cual le corresponde el suyo. Rara vez se te aparece la puerta de acceso, pero no dudes que, si te brinda la oportunidad, debes entrar y dejarte llevar por el tacto de los libros usados, de páginas amarillentas y aroma a humedad, encuadernaciones precarias, manchas de café y esquinas dobladas. Permite que el sentido que en numerosas ocasiones te eriza el vello sea quien elija en tu lugar.

jueves, 7 de julio de 2011

Mar de la desconfianza


En mitad del infinito desierto se encontraba un casi infinito mar con un islote rocoso en el centro, a cuya escarpada y yerma superficie hubieron llegado, tiempo ha, dos náufragos nativos de un lugar que quedó selectivamente olvidado por sus cerebros. Llevaban la cuenta de los días por medio de una larga serie de incisiones efectuadas con un cuchillo sobre el suelo pétreo, hasta que llegaron a circundar el área, el último día alcanzó al primero, y tuvieron que iniciar una segunda hilera. No tenían comida ni bebida, se alimentaban e hidrataban con la rica conversación mutua.

domingo, 3 de julio de 2011

Armageddon


La pasada madrugada se acabó el mundo. Varios asteroides colisionaron contra nuestro arcaico y extinto planeta y este se resquebrajó por los cuatro costados – con lo cual acabó por confirmarse que ni era esfera, ni geoide, sino un perfecto cubo de seis caras –. No se quejó, suficientes achaques tenía ya, y al fin descansa en paz, empero, el hombre se dio cuenta de cuán miserable había sido su alma e insignificante su cárcel de piel y hueso. Los astros se rieron de su efímera existencia y lo aplastaron con sus enormes zapatos como un elefante a una hormiga.

lunes, 27 de junio de 2011

Príncipe azul


A sus oídos habían llegado poemas acerca de un lugar lejano donde yacía un corazón dormido durante largos años y que esperaba ser despertado. Por lo que se contaba, se trataba de la oportunidad que había anhelado desde hacía tiempo. Él, un príncipe de cuento, se encontraba hastiado de sus tierras y de las princesas de los reinos vecinos que solo sabían perder zapatos, morder manzanas envenenadas y pincharse con ruecas. Había rescatado de las fauces del cruel destino a todas ellas, empero ninguno de aquellos romances hubo durado más que unos insípidos años que algunos trovadores, mediante hipérboles, convirtieron en por siempres. Necesitaba un cambio de aires, de modo que se había lanzado a la aventura a lomos de su refinado corcel.

miércoles, 22 de junio de 2011

Casiopea


Un montón de chatarra se agita entre una cantidad inmensa de basura. Por aquel lugar, un inmenso estercolero con montañas de basura en mitad de un infinito terreno yermo, no resulta común ver semejante hecho, dado que lo único que por allí se mueve suele ser el camión de reciclaje y sus ingentes toneladas de aparatos obsoletos que otrora vivieron tiempos mejores, si el verbo vivir, como ya ha quedado claro, puede ser aplicado a un montón de chatarra. Lo cierto es que dicha chatarra se mueve, y además parece nerviosa. En ella se intuye una bombilla cuya tímida luz parpadea a intervalos.

martes, 7 de junio de 2011

Politicosis


Sucedió que se extendió una nueva enfermedad a la que los epidemiólogos bautizaron como politicosis. A raíz de la misma, en la comarca se formó un auténtico escándalo, pues quienes se aquejaban de tan peligroso síndrome eran ni más ni menos que los más excelsos vecinos, gobernantes de confianza, de toda la vida. La mayoría silenciosa, los no infectados, se dejaron invadir por el pánico y enseguida tomaron cartas en el asunto, organizaron un levantamiento espontáneo y declararon en cuarentena el Ayuntamiento, sellando sus puertas para no dejar salir a nadie. Al cabo de los días, los enfermos, enajenados por su mal, comenzaron a arrojarse desde las ventanas y los desafortunados que sobrevivieron a la caída tuvieron que huir hacia un lugar donde fuesen admitidos. Al parecer la mayoría emigró a la Metrópoli, donde quizás encontraron a muchos como ellos, pero de entre los supervivientes hubo un único hombre que decidió ponerse bajo tratamiento. El médico de la comarca le aconsejó que se fuera distanciando de las prácticas políticas de forma gradual, pues el síndrome de abstinencia provocado por la interrupción de la actividad tendría efectos devastadores en su psique. Asimismo, le recetó trabajos sociales como medicación para combatir los síntomas.

domingo, 5 de junio de 2011

Campos de cultivo


El niño recorrió en pañales las calles del barrio musulmán, un arrabal de la metrópoli, salió de él y continuó decididamente hasta una vía de escape en la frontera, era demasiado joven para entender de normas. En ningún momento había aflojado la presión inconsciente con que aferraba el maletín, como si contuviera el último botín de su civilización.

Prosiguió con su incierto itinerario a través de un embaldosado gris, a cuyos lados se extendían brunas planicies sin más decorado que interminables surcos de tierra removida, y cuando ya no pudo dar un paso más se sentó en la linde del camino y volvió a abrir el maletín con curiosidad gatuna. Sus dedos rollizos exploraron más detenidamente y descubrieron un doble fondo donde se ocultaba un pequeño sobre con la inscripción "anti alopecia". Dentro del mismo reposaban unas cuantas píldoras diminutas, imaginó que eran semillas y se puso a jugar a los granjeros, las enterró en el suelo, siguiendo los surcos del terreno arado pero aún por cultivar, cual si fuesen la simiente de un vegetal, y cuando hubo terminado con ellas cayó dormido allí mismo, exhausto.

martes, 31 de mayo de 2011

Despertar entre el barro


No podía calcular cuánto tiempo había permanecido boca abajo, saboreando el barro. Solo recordaba una densa oscuridad, no la generada por la ausencia de luz, que la había, sino la provocada por la certeza de haber perdido el rumbo en una efímera y torpe batida de alas. A su mente logró traer de regreso las causas de aquella posición tan comprometida. Una larga caída después de haber posado los pies en el vacío que llenaba un abismo. Y una gran explosión, y palomas muertas, y ataúdes vacíos flotando en la lava. Y algo más lejano, una luctuosa celda. Tras él, una pared interminable rasgaba las nubes de un cielo que se le venía encima.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Stairway to heaven


Acaban de modificar el mecanismo de los ascensores en mi empresa. Ahora solo ascienden, y directamente hasta la azotea. Los jefes han dicho que, si alguien decide dar por concluida su jornada laboral, ya sabe por dónde está la puerta.

domingo, 15 de mayo de 2011

Entropía


Tras pasar la noche en vela aún no la había localizado. Debía encontrarse en alguna parte, y ello le conturbaba cual si los axiomas de su consciencia estuviesen apoyados sobre una pelota hinchable. En aquel cuaderno tampoco estaba. Lo arrojó al suelo, los ojos irritados y el tacto de la mano cubierto por un sudor frío, y pasó al siguiente de una pila que contenía todos los que estaban pendientes de evaluar. El profesor estaba absolutamente seguro de que, perdida en una página de alguna libreta, una línea horizontal de la cuadrícula describía una leve curva y rompía el paralelismo con las demás.

jueves, 12 de mayo de 2011

Voto por correo


En una mano, un sobre: Elecciones locales.

En la otra, unas cuantas papeletas.

En el cuarto de baño, los ecos de camisetas azul y grana desviviéndose por un incierto trofeo.

En la pared, un portarrollos vacío.

En mi cabeza, la primera candidatura descartada.

viernes, 6 de mayo de 2011

Algo que había olvidado


Llegaba tarde a un compromiso y de soslayo se percató del local que acaba de dejar atrás, en el que hasta entonces nunca había reparado. Precisamente hoy, que tenía tanta prisa. El letrero rezaba "Besos a la carta". Extraña palabra aquella, besos. Sonaba a algo cálido y dulce como un vaso de leche templado antes de dormir una noche de invierno, delicado como un susurro en un templo sagrado, plácido como una siesta sobre una balsa flotante en un vasto océano de sosiego. Por eso entró, porque tuvo el presentimiento de que a buen seguro tendrían los mejores besos del mundo, con virutas de chocolate, fideos de colores y remolinos de caramelo. Y como aún no había desayunado, entró en aquel misterioso comercio.

lunes, 2 de mayo de 2011

Yo maté a Bin Laden


Cuando recibió el aviso de que marchaba a cumplir una importante misión para su país y, faltaría más, el resto del planeta, se mostró algo suspicaz. Se había casado hacía dos años y varios meses después había sido padre de dos hermosas mellizas.

—Me voy a la guerra.

Y se marchó sin añadir más, el rictus contristado, el rifle firme sobre el hombro, la pistola marcando el compás militar de su cadera. Y tres inmóviles siluetas soldadas con aflicción lo miraron desde la puerta por la que acababa de escapar un pedazo de sus vidas cuyo retorno se antojaba dolorosamente incierto, al menos para la figura que sostenía en brazos a las otras dos, pequeñas criaturas que no comprendían del todo lo que estaba aconteciendo, tan solo que su padre salía de casa.

En ningún momento pudo imaginar que aquella misiva de su gobierno desembocaría en la mayor historia que podría contar a sus futuros nietos, pues allí, en un oscuro rincón de Abbottabad, se hallaba una rata acorralada de cincuenta y cuatro años de edad. Su cuerpo desvaído apenas oponía resistencia. Parecía como si no quisiese escapar.

viernes, 29 de abril de 2011

Agente Esfínter


Un sonoro pedo retumbó sobre el alicatado verde de las paredes y entonces se sumió en un profundo relax. Nunca había sido un asiduo de los servicios públicos, empero en cuanto lo concibió como una manera de imputar horas provechosamente vacuas, tuvo que reconocer la utilidad de los mismos y decidió entrar en el mundo de los esfínteres ufanos.

La vergüenza aún lo reprimía, prefería entrar en el servicio cuando no hubiese nadie, ídem para salir del mismo. De este modo, comportándose con discreción, se había convertido en el fantasma del cuarto de baño, una presencia incorpórea e inescrutable para los mondongos inquietos. En realidad, la consecución de la obra no le suponía más de cinco minutos, pero él decidía prolongar el proceso hasta los veinte, a veces treinta. El motivo no era otro que espiar sonidos y conversaciones ajenas para absorber chismes y asuntos más serios mientras registraba todo en su cuaderno de campo camuflado entre las fibras de celulosa de un rollo de papel higiénico. Así, afinando el oído a diario, estaba elaborando un minucioso estudio estadístico acerca de los hábitos de sus compañeros de trabajo.

miércoles, 20 de abril de 2011

Los Reyes Magos del lejano sur


El sábado por la mañana del primer fin de semana de abril se despertó con un nudo en el estómago, la agónica ilusión del niño que espera la llegada del día de Reyes; por primera vez irían a visitarlo. Tendría que arreglar la habitación, darle un pequeño lavado de imagen y poner orden. Todo debería estar impecable, los Reyes no se personificaban a cada momento precisamente. Se enjuagó la cara en el cuarto de baño y analizó su aspecto en el espejo; se percató de que le hacía falta un afeitado para poder mostrar su mejor sonrisa. Después de una reconfortante ducha, almorzó con sus compañeros de piso y se unió a una animada tertulia de sobremesa en la terraza. Miró el reloj; como siempre, llegaría con retraso a su cita. Comprobó que todo estaba como debía, nada faltaba en sus bolsillos y se apresuró a tomar el tren con destino al aeropuerto.

Los Reyes Magos no eran tres, sino dos, y no habían llegado en camellos, sino en un avión de bajo coste. No portaban alforjas con regalos, sino dos maletas con ropa para seis días. Y no venían de oriente, sino del lejano y empobrecido sur.

lunes, 28 de marzo de 2011

Madrugada a destiempo


El domingo veintisiete de marzo de dos mil once, a las dos de la madrugada, una casa del barrio del ensanche de Barcelona bulle de vida. La crepería, antes cocina, es una distribuidora de crêpes creadas por la solícita ejecución de las manos de una joven francesa. Las pantagruélicas tandas saladas ya han concluido, es hora de comenzar con las dulces, rellenas de crema de cacao y nata montada. Mientras tanto, una habitación se ha convertido en una pista de baile donde Thom Yorke pincha hasta el amanecer ritmos electrónicos. En el salón, dos hombres, o jóvenes que juegan a serlo, pues en semejante tesitura nadie lo es, acaban de terminar un tequila 1800 de un trago y han pasado al segundo mientras esperan pacientes el primer gin-tonic que un tercer compañero mezcla con teatral maestría. El salón se encuentra aderezado por una dama de capa caída, venida a menos por una resaca que la martillea desde esa misma mañana y ahora no da más de sí, a no ser ciertos comentarios para dar muestras de seguir en vela. Otro veinteañero, afectado por una embriaguez precoz, busca su propia sublimación y se afana por emular a Rocky Balboa en la barra que cruza el pasillo de pared a pared por encima de las puertas de la crepería y la pista de baile. Otros dos melómanos ensayan una canción en cuarto ajeno, equipados con guitarra acústica y glockenspiel.

jueves, 24 de marzo de 2011

El pan de cada día


Aquel día se moría de ganas de que su madre le pusiera en la palma de la mano el dinero, bajar a la calle e ir a comprar el pertinente pan del almuerzo. Punzadas le hendían el estómago con tan sólo rememorar el momento en que alcanzaría a olfatear el aroma que, desde la esquina, advertía de la presencia de la panadería. Aparecería por la puerta y recibiría el afectuoso saludo de la dependienta, quien siempre le obsequiaba con un delicioso pastel que apenas le duraba dos mordiscos. Durante el corto trecho que debería desandar abrazaría el pan y notaría en su pecho el calor inconfundible de una pieza recién horneada. No podría resistir la tentación de contravenir el discurso de su madre y resquebrajar entre sus dedos el pico de pan que siempre asomaba por el borde de la bolsa; lo separaría del resto de la barra, se lo llevaría a la boca y experimentaría la sensación de una corteza crujiente y una miga tierna mezclándose con su saliva. Ya en casa, aparecería ufano en la cocina y recibiría la reprimenda de su madre, ajena al postre que ya se habría agenciado. Era el crimen perfecto, lograba salvaguardar un pecado mayor anteponiendo otro de menor envergadura.

jueves, 10 de marzo de 2011

Inadvertido


En cuanto recuperó la consciencia fue invadido por una desagradable sensación de cálida humedad entre sus piernas. Se había orinado encima. Estaba tirado en mitad de una calle que no conocía, y la tumultuosa multitud de transeúntes pasaba por su lado con total indiferencia, parecía no reparar en él. Analizó extrañado su vestimenta, un traje de chaqueta completamente impecable, salvo por aquella molesta mancha en la entrepierna y las muchas tallas que le sobraban de largo. Entonces se percató de que él no vestía como lo demás, la gente iba ataviada con túnicas y turbantes. La calle la plagaban puestos ambulantes cuyos toldos agujereados permitían el ascenso de los humos de las cachimbas y los asados de cordero. A su lado encontró un maletín abierto. Hurgó dentro de él y lo único que halló fue una nota:

sábado, 5 de febrero de 2011

Arraigo


Existe un pequeño punto en el mundo, un lugar que pasa desapercibido a vista de satélite, del cual apenas han oído hablar fuera de España, pero que nunca olvidan aquellos que han vivido en él. Ese punto no es otro que la ciudad más antigua de occidente, la madre adoptiva de todos los que la conocen. La Tacita de Plata, mal rebautizada como la ciudad que sonríe; sonríe por no llorar, pues los hijos que se deshacen de su abrazo difícilmente tienen la posibilidad de regresar, a no ser en vacaciones.

Las angostas callejuelas del centro histórico han comenzado a marcar el camino de los pasacalles hacia el Gran Teatro Falla. Ya suenan coplas que actualmente no gozan de sus años más inspirados, quizás contagiadas por el hastío de la mayoría de sus descendientes, sin estudios, parados o emigrados. Somos los mal llamados pichas y quillos, a los que nunca nos toman en serio, los del acento gracioso, camaradas que perseveramos en resarcirnos de la penosa fama, cuidadosos para no perder nuestras raíces.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Tercer mundo


Todos nacieron.

Uno había heredado sida, otro pasaba hambre, otro sostenía un fusil.

Ninguno creció.

Todos murieron.

Otros nacieron.

Todo volvió a comenzar, invariable.

Nadie quiso evitarlo.

lunes, 31 de enero de 2011

Conciencia


No temas por el qué dirán, es inútil reservar tus pensamientos y pretender ocultarlos con un fino velo de silencio; tarde o temprano acabarán aflorando. De modo que no mientas, sabemos cómo eres, te conocemos desde hace tiempo. Tu personalidad se fundamenta en la hipocresía, una pesada carga de compostura te impide galopar y te confiere un torpe movimiento. No vuelvas a dirigir una sonrisa cuando tengas ganas de escupir a la cara. ¡Esputa! Libera toda tu dialéctica, esa verborrea soez que únicamente empleas en estado de embriaguez o cuando vuelves, hastiado, a casa. Grita, patalea, insulta, destruye, porque hoy se conmemora tu primer día de furia. No necesitas amigos, tampoco enemigos. No necesitas compañeros, amores, antagonistas. Todo es baladí, nada importa salvo tu yo, tu libertad de expresión y acción. No te arrepientas de no haber tomado una decisión, sé consecuente con tus ideas, llévalas a cabo, y si después no te convencen, sigue gritando, pataleando, insultando, destruyendo, pues el mundo no es ecuánime, te trata cual si fueras basura. Sin embargo, la escoria son ellos.

viernes, 28 de enero de 2011

La bala


Los tenía sentados y amordazados ante sí. Aquella pistola, que obtuvo como caída del cielo, solo contenía una bala, pero sabía perfectamente a quién habría de ir dirigida.

miércoles, 26 de enero de 2011

Dos años


Algunas palabras llegan cuando los oídos se han vuelto sordos, y muchas acciones se llevan a cabo demasiado tarde, cuando carecen de sentido, o se prolongan tanto que van perdiendo consistencia. Las historias a destiempo las tenemos presentes, durante estos días más que nunca, en la justicia. Ya se cumplieron dos años de una desaparición y uno de los mayores esperpentos experimentados por la justicia nacional. Como siempre, los medios de comunicación se hicieron eco del clamor popular, respondiendo con mediáticas oleadas de información – todos fuimos Marta –, pero la marea bajó, y aquella chica fue acurrucándose cada vez más en el fondo del cajón donde se van acumulando los guiones incompletos.

El suceso ha pasado de moda para los medios y el pueblo, ahora se habla de crisis, controladores aéreos y tabaco. Sin embargo, el juicio seguirá golpeando los corazones de los más allegados de la joven. Resulta difícil comprender cómo se puede prolongar un caso así durante tanto tiempo, y conforme transcurren los meses, las medias verdades y las completas mentiras se diluyen en el vaso de la realidad, cada vez más alterada.

domingo, 16 de enero de 2011

Mundos


Llevaba un buen rato despierto y no tenía ganas de levantarse, simplemente se sentía hecho un despojo. La resaca turbaba su juicio. Echó una ojeada a la estantería, se encontraba llena de libros y revistas pendientes de leer, miles de páginas que contenían mundos por descubrir, tan dolorosamente lejanos que conocerlos a veces le resultaba carente de sentido. Jamás podría escapar a uno de ellos, y el mundo real se había convertido en un lugar insípido e inestable. Pensó que quizás, mientras no se moviese de la cama, la vida permanecería en estado de pausa y dispondría del tiempo suficiente para crear una alternativa. De modo que no lo dudó, estiró el brazo hacia la mesilla, tomó su Moleskine y comenzó a escribir.

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