domingo, 30 de octubre de 2011

Déjà vu


«Esto ya lo he vivido antes», se dijo. La molesta sensación le había llegado mientras contemplaba absorto el rostro de reprobación de su esposa. Tenía la capacidad de marearlo y hacerle olvidar, tanto lo que ocurría a su alrededor como cuanto había ocurrido a corto plazo. No obstante, en ello se sustentaba su relación, una sarta de reproches con un único sentido, de ella a él. Pero le resultaba cómodo. Al fin y al cabo, ella era quien desgastaba su lengua, aunque más bien se diría que, como cualquier otro músculo, la ejercitaba y cada vez se veía más poderosa, hasta el punto de que él podía asegurar que, en el transcurso de los últimos tiempos, el volumen le había aumentado hasta el doble y ya casi ni le cabía en la boca. Mientras, él, simplemente, se dejaba hipnotizar. El momento en que abandonaba Babia era como despertar después de un sueño largo y profundo donde jugaba al mus con perros parlantes encorbatados, y ello le encantaba. En aquel momento acababa de salir de una nueva hipnosis y veía cómo a ella se le movían los labios aún cuando a él todavía no se le había reactivado el sentido del oído. Sin embargo, aquella vez notaba bastante cansancio y dolor de cabeza. «La perorata tiene que estar siendo de órdago», pensó.

— Oye, ¿me estás escuchando? — preguntó ella.

— Sí... — respondió él y, al comprobar que ya había recuperado la capacidad auditiva, añadió para sus adentros: «Lamentablemente».

— ¿Ves? No me escuchas, pero bueno, yo te lo repito, porque no podemos seguir así, que parece que no piensas en mí ni muestras interés, con la de años que llevamos juntos, y yo sin embargo he hecho tanto por ti, pero tú ni mueves un músculo, ni una pestaña, ni siquiera se te encoge el corazón cuando me ves triste, o feliz, o estresada, o relajada, o melancólica, o apática, o hiperactiva, y te crees que con que echemos un polvo salvaje, o dos, o tres, se me va a quitar toda esta comezón que tengo por dentro, ¡como si yo necesitara los polvos!, si lo único que quiero es estar bien y tranquila, pero bien contigo, sí, contigo, porque te quiero, ¿sabes?, te quiero, y sin embargo yo no estoy tan segura de que tú me correspondas, porque verás, el otro día me puse a pensar y me di cuenta de que nunca ha habido atracción pura y dura, porque tú no me echas polvos, tú me haces el amor y, qué quieres que te diga, a veces se echa en falta un poco de sexo sucio, cosa que tú no me das, pero ¡qué más da!, si el sexo aquí es lo de menos, aunque tú lo consideras demasiado importante, cuando lo que aquí importa es que parece que yo vivo en el quinto piso y tú en el sótano...

Mientras ella proseguía con su discurso, él sentía como si su cabeza estuviese siendo mecida con la delicadeza de un hipopótamo en celo haciendo equilibrios sobre un martillo mecánico.

— ¿Qué tenías que repetirme? — preguntó tras una nueva sacudida de su niñera paquidermo que lo hizo salir de su abstracción. Posiblemente hubiera interrumpido la letanía de su novia, cosa de la cual no andaba muy seguro, pues había perdido el hilo argumental. De todos modos, hizo un gran esfuerzo por inhibir un bostezo que habría significado el fin de su gaznate.

Ella lo observó con ojos vidriosos, pero no por la emoción, sino por la irritación que le provocaba la falta de frecuencia en el pestañeo. Esto solía sucederle cada vez que lo reprendía. Hizo ademán de seguir hablando, pero la lengua parecía haberse quedado bloqueada a la altura de la campanilla. Él comenzó a temer por su vida. Lucía unas ojeras de no dormir y la barbilla, acabada en punta, le temblaba de pura tensión. Sin embargo, después de unos segundos de duda, recuperó el habla y, hastiada, esgrimió una orden.

— Maldita sea tu estampa... Que te decía que son ya las tres de la madrugada y hoy toca atrasar los relojes una hora, ¿no? ¡Pues venga, hale, a mover el culo y las agujas! No me escuchas, es que no me escuchas...

«Esto ya lo he vivido antes», se dijo. La molesta sensación le había llegado mientras contemplaba absorto el rostro de reprobación de su esposa.

1 comentario:

  1. Mi Adelita será cruel pero la tuya es una maltratadora, :D

    Buen relato,

    ResponderEliminar

Si has de decir algo, dilo ahora... o cuando puedas.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...