miércoles, 29 de septiembre de 2010

Huelga decir...


La alarma no había sonado, se despertó de puro cansancio. Dormir demasiado lo dejaba agotado y malhumorado. La luz nunca llegaba a atravesar el cristal traslúcido de la ventana del zulo de paredes blancas que algunos consideraban habitación. Allí dentro siempre era de noche. La lámpara fluorescente que iluminaba durante todo el día parpadeaba y emitía un zumbido característico que recordaba a un hospital siniestro. Le irritaba malvivir en ese cuarto.

Abrió la puerta y una ráfaga de frío atravesó el pasillo, pasó impúdica por entre sus piernas, e irrumpió en la habitación. Se le erizó el vello de todo su cuerpo. No soportaba las diferencias acusadas de temperatura entre el día y la noche, entre dentro y fuera, arriba y abajo.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Epílogo


Era una húmeda y calurosa mañana de finales de agosto. El sol me miraba de forma indiscreta por entre las hojas de las copas de los piadosos árboles que daban sombra a mi acalorada espalda. Me encontraba sentado en un banco de madera, contemplando un parque en el que nunca antes había estado. Me acompañaban una carpeta con informes, un plano de metro, una botella de agua y un reproductor de música. Hacía prácticamente una hora que había terminado mi última entrevista, y aún quedaba otra para la siguiente.

"Este estilo de vida me gusta. Ya veremos cómo será cuando encuentre mi nueva guarida", pensé.

Todo había sucedido demasiado deprisa. El parque rezumaba tranquilidad. Los bancos de enfrente se iban poblando poco a poco de gente; personas a las que conocía y de las que me separaban más de mil kilómetros. En mi banco sólo había dos acompañantes, cómo no, Conciencia y Cerebro.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...