viernes, 21 de noviembre de 2008

Los diez mandamientos


Una vez que descubre la sociedad, el hereje debe integrarse en ella lo más presto posible. No es recomendable caminar al libre albedrío, porque se corre el riesgo de caer en la desesperación, tal y como estuvo a punto de ocurrirme a mí. Para ello es necesario darse de alta en el Ministerio de Inhibición Herética. Esta institución es la encargada de hacer cumplir satisfactoriamente todas las tareas impuestas al hereje antes de considerarse miembro de pleno derecho en la sociedad, y de velar, a partir de entonces, por el cumplimiento de los Diez Mandamientos de todo individuo social.

Tras inscribirse en el registro del M.I.H., el hereje dispone de un psicólogo que debe orientarle en todo momento, pero ni lo eligen ellos, ni lo elige él: El psicólogo es quien elige al hereje.

Decidí acudir al Ministerio después de dormir a la intemperie durante una fría noche – por suerte, un amable indigente me cedió parte de sus cartones y pude sobrevivir. Sobre la puerta principal rezaba la siguiente letanía:

1. Te amarás a ti mismo sobre todas las cosas.
2. Creerás en ti mismo, porque eres Dios.
3. Serás el alma de la fiesta.
4. Honrarás a tu honor.
5. Aplastarás a quien sea necesario para triunfar.
6. Serás un degenerado.
7. Tomarás prestado cuanto desees y, si es necesario, lo robarás.
8. Engañarás e inventarás bulos para ascender hasta la cima.
9. Pensarás mal y acertarás.
10. Envidiarás bienes ajenos y les aplicarás el séptimo mandamiento.

Bajo el decálogo aparecía un único lema como resumen:

"Te amarás a ti mismo sobre todas las cosas,
y a los demás, que les den"

No pude sino encogerme de hombros y atravesé la puerta.

El interior del edificio del Ministerio estaba iluminado por las buenas caras con aparente aire de realización personal de todos sus trabajadores, pero expelían un pequeño olor a emboscada, así que, como no sabía en qué momento se lanzarían por la espalda para rebanarme el gaznate, permanecí alerta. Allí estaba yo, en aquella suntuosa recepción, con el rostro cetrino por no haber descansado bien durante las últimas noches, esperando la llegada de mi psicólogo.

1 comentario:

  1. Permiteme que te felicite, me encanta tu blog y volveré por aquí más a menudo.
    Un saludo de uno con un blog totalmente distinto.

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