miércoles, 19 de noviembre de 2008

El alzamiento


El sonido de una turba atrajo mi atención nada más salir del pasaje donde se ubicaba la pastelería. Era una concentración de personas que se estaban manifestando. No soy amigo de expresar mis discordancias con lemas ridículos recitados a garganta partida en mitad de la calle, pero he de reconocer que ese vehemente clamor entró por mis oídos, se recreó en el cerebro, y alentó mis cuerdas vocales para unirme a ellos. Sentí una oleada de orgullo patriota y furia posesiva porque, sin comprender siquiera lo que vociferaban, interiormente sabía que me afectaba de forma directa.

Caminábamos hacia Bolonia con el rigor militar de unos campesinos desterrados de las zonas de cultivo que les daban de comer. La nueva generación aburguesada había comprado todas nuestras tierras después de varios años de sacrificio maltratando la espalda y la vista; la nobleza les había asegurado que con pocos meses de dedicación acabarían convirtiéndose en campesinos de buena alcurnia. Semejante oprobio horadaba nuestro orgullo, pues sabíamos que sus cultivos, abonados con prepotencia, acabarían muriendo antes de dar el fruto, y no encontrarían solución alguna, a no ser llorar y arrojarnos encima su pútrida cosecha.

Caminábamos hacia Bolonia con el rigor militar de unos desesperados y yo me había unido por despecho, porque aquellos nobles y burgueses habían apoyado la moción de mi encarcelamiento. Me hice campesino porque no tuve las agallas necesarias para hacerme trovador, y por mi falta de coraje me convertí en un hereje sin tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si has de decir algo, dilo ahora... o cuando puedas.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...