jueves, 6 de noviembre de 2008

La cama, la silla y la ventana


Hoy, tan pronto me he levantado de la cama, me he encontrado sentado en esta asquerosa silla, testigo del olor de los traseros de todos los condenados que han pasado por esta podrida celda. La silla siempre ha estado en el mismo lugar, enfrentada a una ventana de un tamaño poco más grande que mi cabeza, aunque también es cierto que dispongo de un considerable volumen craneal. Tanta masa cerebral para tan poco provecho, así es la vida.

A pesar del tiempo que pueda tener, la silla es sorprendentemente adaptable y capaz de sostener mi maltrecha figura, ajada por la poca movilidad de que dispongo entre estas cuatro paredes. No obstante, me basta con la cama, la silla y la ventana, sin olvidar mis amados papel y lápiz, pues no salgo de aquí. Ya ni recuerdo siquiera si soy o me siento prisionero. Lo mismo da; la ventana y la luz que proyecta sobre mi cara lo son todo para mí. Por ese cuadrado retroiluminado se pasea el resto del universo y, qué queréis que os diga, hay veces que es mejor contemplarlo desde aquí, sin implicarse demasiado. Suficiente tengo yo con mi condena a muerte por hastío.

Algún día puede que cometa una locura y cambie la silla de posición, terminando por dar definitivamente la espalda al mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si has de decir algo, dilo ahora... o cuando puedas.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...