jueves, 20 de noviembre de 2008

El amigo


Ayer volví a hablar con un viejo amigo. Sucedió después de los disturbios, en un lugar solitario, al amparo de la sombra de los cipreses. Me había acercado hasta allí para poder descansar sentado sobre un banco de piedra mientras leía un periódico gratuito; así pude averiguar al fin en qué día vivía.

Cuando me hallaba absorto en la lectura de una noticia sobre una plaga de ratas, escuché una voz a mi lado:

"No sabes lo orgulloso que estoy de ti", dijo, al tiempo que una leve vaharada golpeaba mi mejilla derecha.

La sorpresa y la alegría templaron mi sobresalto, quizás porque había deseado con todas mis fuerzas poder hablar con él desde la última vez que nos vimos.

"Y me apena verte así", continuó. La voz se palpaba cálida, familiar. Era como tenderse, en pleno invierno, sobre una alfombra frente a la lumbre de una chimenea.

"Cuando te fuiste, me hice la promesa de lograr todo lo que antes no te pude ofrendar", le confesé. "Pero estoy cansado de que nadie me regale nada, de conseguir las cosas, si llego, sólo cuando ya me he sumido en la desesperación. Estoy hastiado de no terminar de encajar en ninguna parte, de equivocarme a cada momento y tener que reconocer mis errores. Me siento forastero". Permanecí unos segundos en silencio, midiendo mis palabras. "Siempre que noto cerrarse una puerta a mis espaldas, creo divisar varias abiertas en el horizonte, pero es sólo un espejismo; de cerca se ven todas cerradas excepto una, y eso para mí no es ser libre, sino tomar el camino que me dejan seguir."

"Siempre tuviste el espíritu luchador y el carácter fuerte de la familia", dijo mi viejo amigo. "No permitas que te acucien unos momentos de flaqueza en que las cosas no salen como pensabas. Recuerda de dónde vienes y quién eres; jamás nadie nos regaló nada. Si quieres pasar por una puerta cerrada, échala abajo expulsando todo el aire que encierran tus pulmones, como un lobo feroz, y no tengas reparos en volver atrás si lo estimas oportuno". Hizo una pausa. "Recuerda que siempre me has tenido y me tendrás a tu lado. Te quiero."

Y su voz se desvaneció.

Cerré el periódico y dejé escapar una sonrisa. Mi ángel de la guarda me hizo ver que fui un estúpido creyendo ser tan desgraciado. Nuestro ímpetu abriría esas puertas que se nos estaban resistiendo desde hacía tiempo.

3 comentarios:

  1. Me has hecho creer en los ángeles, o tal vez ya creía; yo también siento el mío, o quiero sentir que le necesito cada momento de mi vida.. desde hace un tiempo es así.
    Sinceramente me ha encantado.
    Te leo desde que eras un bichito.

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  2. ...Por casualidad, me he puesto a leerte y descubro las palabras que necesitaba oír hoy...gracias.

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  3. Gracias a ti por escucharme, amigo anónimo.

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