lunes, 27 de junio de 2011

Príncipe azul


A sus oídos habían llegado poemas acerca de un lugar lejano donde yacía un corazón dormido durante largos años y que esperaba ser despertado. Por lo que se contaba, se trataba de la oportunidad que había anhelado desde hacía tiempo. Él, un príncipe de cuento, se encontraba hastiado de sus tierras y de las princesas de los reinos vecinos que solo sabían perder zapatos, morder manzanas envenenadas y pincharse con ruecas. Había rescatado de las fauces del cruel destino a todas ellas, empero ninguno de aquellos romances hubo durado más que unos insípidos años que algunos trovadores, mediante hipérboles, convirtieron en por siempres. Necesitaba un cambio de aires, de modo que se había lanzado a la aventura a lomos de su refinado corcel.

Y tras duras, pero sobre todo aburridas, jornadas, tras romper rutinariamente los corazones de todas las doncellas de las tabernas donde había reposado, allí estaba, en un claro de un bosque, rodeado por siete mujeres que no levantaban un palmo del suelo y velaban el cuerpo yacente de un hermoso príncipe. En cuanto vio su rostro sereno sintió que era una víctima de los cuentistas homófobos, al igual que él había resultado víctima de los machistas. Los cuentos de hadas no tenían lugar para ellos. Lo tomó en sus brazos, aún dormido, y se lo llevó a un lugar de la espesura del bosque que los hermanos Grimm se habían dejado en el tintero.

2 comentarios:

  1. ¿Que existe realmente: lo que nos ha pasado o lo que nosotros contamos que nos ha pasado?

    Un abrazo,

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  2. ¿En qué plano, el onírico, el espiritual o el terrenal?

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