sábado, 18 de septiembre de 2010

Epílogo


Era una húmeda y calurosa mañana de finales de agosto. El sol me miraba de forma indiscreta por entre las hojas de las copas de los piadosos árboles que daban sombra a mi acalorada espalda. Me encontraba sentado en un banco de madera, contemplando un parque en el que nunca antes había estado. Me acompañaban una carpeta con informes, un plano de metro, una botella de agua y un reproductor de música. Hacía prácticamente una hora que había terminado mi última entrevista, y aún quedaba otra para la siguiente.

"Este estilo de vida me gusta. Ya veremos cómo será cuando encuentre mi nueva guarida", pensé.

Todo había sucedido demasiado deprisa. El parque rezumaba tranquilidad. Los bancos de enfrente se iban poblando poco a poco de gente; personas a las que conocía y de las que me separaban más de mil kilómetros. En mi banco sólo había dos acompañantes, cómo no, Conciencia y Cerebro.

"Bien hecho, chaval", me felicitó Cerebro, "ahora es cuando comienza tu nuevo camino. Están muy poblados esos bancos, ¿no?"

"Me han acompañado hasta aquí", respondí.

"De algunos no te despediste", dijo Conciencia.

"No fue posible. Sin embargo, a todos debo darles las gracias por los buenos momentos, y por lo que aprendí de ellos."

Me levanté dispuesto a dar mi agradecimiento individual a quienes habían jugado un importante papel en la etapa que daba por concluida y con los que aún contaba. Sin embargo, no fui capaz de articular palabra. Todos me miraban y temí que mi discurso quedara por debajo de las expectativas.

Caballerosamente, retrasé mi pierna izquierda y flexioné la derecha. Me incliné, agaché la cabeza y les dije:

"Ha sido un placer contar con vosotros. Aquí estaré, a vuestros servicios."

Volví a erguirme y enfilé con determinación la senda hacia mi siguiente entrevista.

Transcurridos cinco días encontré lo que estaba buscando. Dos semanas después rompió a llover, pero ya no había rejas, celda ni prisión; tampoco tribulaciones ni herejía.

Comenzaba una nueva etapa de nubes y claros.

2 comentarios:

  1. Nuestras aventuras se separan amigo, pero sin duda quedaran para el recuerdo, aun así, sin duda alguna los capítulos que nos quedan por vivir encontraran sendas comunes cruzándose en mas de un punto del camino, cuando ese momento llegue pienso recibirte con un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Exactamente un año después volvieron a cruzarse nuestros caminos :)

      Eliminar

Si has de decir algo, dilo ahora... o cuando puedas.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...