jueves, 12 de febrero de 2009

Saltar


El lunes recibí una nota. Llegó por la ventana y se abrió sola ante mis ojos. Rubricada por mi conciencia, decía lo siguiente:

"Cuando la realidad se colorea de gris, la ilusión se aburre y se torna rutina, y no hay otra vía de escape posible, la palabra de honor dada por un hombre se amontona en el legajo de sus promesas incumplidas. Porque si él no mira por su propio interés, nadie lo hará, y si no camina hacia su meta, sino que serpentea para complacer a los demás, cuando ya nadie haya, se habrá perdido en un bosque de indecisiones y no podrá escapar."

Hacía semanas que el tedio me había paralizado huesos y cerebro. La situación se antojaba insostenible. Los pájaros que encontraba a mi paso estaban muertos, y el único que había hallado con vida se había convertido en gusano. Sin embargo, guiado por la lástima, o algún sentimiento morboso que no alcanzaba a definir, lo adopté desde entonces como mascota para que devorara todo aquello que despidiera un poco de luz. Excepto aquella nota. ¿Eran esas las órdenes procedentes del Ministerio de Inhibición Herética? Quise creer que sí.

"Me gusta tu carácter agrio", dijo la voz de mi conciencia, cuyo eco se paseó por todas las paredes. "Eres tan antipático y egoísta como los demás, pero con la particularidad de que te avergüenzas de ello. Tenemos que pulir estos detalles, hereje, y entonces te podrás considerar un verdadero hombre. La primera prueba ya la superaste sin darte cuenta, y no es otra que el sentimiento de amargura. A partir de aquí, todo irá como la seda, pues, aunque parezca contradictorio, un sentimiento negativo puede generar muchas reacciones positivas para uno mismo. Mira en tu cabeza y te percatarás de que sientes el impulso de saltar sin avisar y cortar con el sedentarismo que te han impuesto."

Miré en mi cabeza; después miré al suelo. En mi cabeza había coraje; en el suelo, un enorme agujero negro. Comprendí que no cabía otra posibilidad una vez había llegado hasta el sinuoso camino: Me arrojé al abismo y, en mitad del vacío, apareció aquel gigantesco gusano, de cuyos costados surgieron dos alas de mariposa. Segundos después, disfrutaba de una merecida paz tumbado sobre las nubes de un nuevo día, contemplando las aves volar bajo una bóveda celeste.

"Lo conseguiste, hereje", dijo mi conciencia. "Por ahora puedes disfrutar de tu libertad condicional, pero volveré, no lo dudes."

2 comentarios:

  1. Me suena muchísimo lo del tedio. Hastío, abulia, tedio...aburrimiento: se han convertido en palabras comunes y corrientes en mi existencia diaria.

    Me gusta tu blog.

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  2. La mayoría de la gente está aburrida, pero es demasiado perezosa como para pensar y darse cuenta. Prefieren aceptar las cosas como le vengan, sin hacer crítica, sin sentirse vivos.

    Gracias por venir a visitarme, Altisidora.

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