sábado, 28 de marzo de 2009

Gran Colapso


Se está bien en esta nube. Llevo tiempo arrebujado entre algodones, sin más compañía que una guitarra, una pila de libros y un calendario, cuyos días van cayendo como hojas de otoño sin apenas darme cuenta. El reloj universal incrementa su frecuencia y a su vez mi reloj biológico se ralentiza, pero no me preocupa ver cómo pasa todo tan deprisa: me remuerde más otro asunto.

Se está bien, pero no se vive en esta nube. Aquí ya no aspiro a más, he alcanzado la plenitud y, teniéndolo todo, sólo queda la muerte. En el momento en que salté al abismo, escapando de mi prisión, acepté ser libre y renuncié a mi existencia.

Los hombres somos siervos de nuestros sentimientos y nuestros vicios, y una persona libre es aquella a quien nada le ata: ni contratos, ni pasiones, ni recuerdos. Si eres libre, entonces no eres un ser humano. El deseo es una necesidad, pero en el momento en que ya nada se quiere, ¿qué esperas, sino el caos? Sin desear, no se es. Y sin ser, no se existe. Por ello, en esta nube no soy, simplemente estoy.

No digo verdades absolutas. Esta es mi verdad, la visión que, de los libros y mi razonamiento, he ido extrayendo del mundo. Mundo que, por otro lado, se erige como únicamente mío; cada cual con el suyo. Todos llevamos un universo dentro de nosotros.

Mientras unos se devanan los sesos cuestionándose si el cosmos se encuentra acotado por un comienzo y un final, o si el tiempo es en cambio circular, otros piensan que no hay principio ni fin más cercano, conocido y misterioso que el nacimiento y la muerte de un ser humano. Cada persona ha sido fruto de un Big Bang y será carroña de un Gran Colapso particular. Nada hay más allá de esos límites. Todo lo vivido y absorbido por los sentidos está en la mente. El primer beso, la graduación, las grandes victorias y las mayores fiestas, todas las experiencias, una vez vividas, se evaporan y prevalecen en el tiempo en forma de un endeble recuerdo. Si algo se olvida, será como si nunca hubiera existido. Todo es conciencia, y la muerte la barrerá sin dejar huella.

Posiblemente el universo no llegue a cumplir más de cien años, aunque quizás la conciencia sea inmortal, trascendiendo la materia de que estamos hechos. Sin embargo no persigo más eternidad que la que me dé un siglo de existencia. Corred todo lo que queráis, pero me temo que dejaréis de existir cuando yo deje de soñar.

Por todo lo dicho, porque sólo soy conciencia, y porque ésta necesita nuevas inquietudes y preocupaciones para seguir teniendo razón de ser, voy a saltar de esta nube. Regresaré a mi cárcel y esperaré a recibir su próximo aviso, no exento de cierto orgullo por haber ganado la batalla al cuerpo donde reside.

3 comentarios:

  1. "Podréis correr todo lo que queráis, pero me temo que dejaréis de existir cuando yo deje de soñar"


    Desde ahora y en adelante, siguiendo tus pensamientos pixelizados.

    ResponderEliminar
  2. Una genialidad.

    O me había saltado ésta, o empecé a leerte después de que la publicaras, pero pasa a ser de mis favoritas.

    ResponderEliminar

Si has de decir algo, dilo ahora... o cuando puedas.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...