miércoles, 29 de septiembre de 2010

Huelga decir...


La alarma no había sonado, se despertó de puro cansancio. Dormir demasiado lo dejaba agotado y malhumorado. La luz nunca llegaba a atravesar el cristal traslúcido de la ventana del zulo de paredes blancas que algunos consideraban habitación. Allí dentro siempre era de noche. La lámpara fluorescente que iluminaba durante todo el día parpadeaba y emitía un zumbido característico que recordaba a un hospital siniestro. Le irritaba malvivir en ese cuarto.

Abrió la puerta y una ráfaga de frío atravesó el pasillo, pasó impúdica por entre sus piernas, e irrumpió en la habitación. Se le erizó el vello de todo su cuerpo. No soportaba las diferencias acusadas de temperatura entre el día y la noche, entre dentro y fuera, arriba y abajo.

El estómago solicitaba su atención urgentemente. Fue a la cocina y se dispuso a preparar unos cereales con leche. Los copos de chocolate se asentaron bien en el tazón. Por contra, la leche comenzó a hacer de las suyas cuando salió a borbotones del cartón y se expandió por toda superficie que pudo alcanzar, incluido el pijama. Odiaba el comportamiento caótico de aquellos envases. Alguien en el mundo debía investigar para mejorarlos.

Con el desayuno preparado, fue al salón y encendió la televisión. Lamentó sintonizar los deprimentes programas matutinos. Siempre hablaban de llevar una vida saludable. Él la practicaba, y sin embargo le dolía la espalda. Aquella noche había adoptado otra mala postura. No consideraba justo que los estraperlistas se pudieran permitir sueños plácidos sobre colchones de látex, y en cambio él tuviera las vértebras destrozadas.

Miró el teléfono móvil y sólo le habían llegado dos mensajes. Junto con las felicitaciones nocturnas que había recibido por Internet, apenas acumulaba diez. Cuánta tecnología y qué poca humanización. Qué lejos quedaban las mañanas en que los auténticos Reyes Magos lo despertaban cantándole cumpleaños feliz. Se hacía mayor.

Por todo eso, y por otras muchas cosas que quizás no tuvieran tanta importancia, decidió hacer huelga. Con ganas de mandar todo a la mierda, se fue a la cama, arrebató la funda a la almohada y escribió el lema que alzaría durante la manifestación:



No era el mejor día para cumplir años, así que los veintisiete los aplazó para el siguiente.

3 comentarios:

  1. FELICIDADES!!! MUCHAS!!! VALIENTE!!!
    Te haces viejuno, disfruta!!!
    28 besos from Córdoba

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  2. Nada está lejos si está en el corazón y en las retinas, nada que no se quiera olvidar. Los Reyes Magos nunca mueren y siempre se portan bien con los niños buenos.
    ¿Viejo? viejo "el brotes" jeje.

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  3. Felicidades! Por el nuevo proyecto literario, y por añadir un año más a tu ya larga lista. Desde Berlín seguiré esta nueva aventura

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