martes, 7 de julio de 2009

Thriller


No lo comprendo, no tiene sentido. No sé dónde estoy, ni dónde estaré transcurrido un mes. No encuentro un lugar donde refugiarme de esta ola de calor en la que todo es ajeno. He sido expulsado de la prisión a patadas, tanto del alcaide como de los presidiarios a quienes consideraba compañeros, y las puertas se han cerrado desde dentro, eliminando toda posibilidad de regresar.

En el plazo de un mes he sentido la impotencia de padecer un nuevo destierro que se ha ido consumando ante mis ojos como la caída de una cadena de fichas de dominó a cámara lenta, mientras mis manos se encontraban atadas. Pero mi boca no había sido retraída por una mordaza.

¡Era mi maldita celda! Esas paredes apenas albergarán secretos y momentos dignos de ser recordados, pero seguro que son mayoría frente a los de los otros presidiarios. No quise dejarlas, y vosotros me habéis echado, así que ahora no me déis la mano conciliadora ni me deseéis una hipócrita suerte. ¡Dejadme en paz! Necesito estar solo, que es como mejor se piensa, y pensar es vivir.

Adiós a mis manchas de humedad, y adiós a mi destartalada cama. Afortunadamente la silla y la ventana siempre irán conmigo. Ya no soy un hereje, ahora soy un proscrito, y por ello en esta libreta no escribiré más. Para vuestros ojos, la vida de este hereje acaba aquí.

Cuidad vuestras conciencias.

1 comentario:

  1. Un tremendo error por tu parte dejarnos sin tus vivencias.
    Allá tu y tu conciencia si no puedo leer algo que me llena y me gusta.

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