miércoles, 24 de noviembre de 2010

Hombre gris


Caminaba inexorablemente hacia un ataúd, escoltado por dos hombres grises, con rostro imperturbable y una cadena alrededor del cuello de la cual pendía su corazón seco, pero no protestaba, pues había asumido su rol perfectamente. Renunciaba definitivamente a perseguir las respuestas a los dilemas más universales, sin ser consciente de que las preguntas que generan tales respuestas se escondían tras él y le acabarían dando caza al final de su vida. No debería haber corrido tanto, sino haber parado un rato para esperar a que las preguntas pasaran por delante de él, pues con tanta prisa en ningún momento supo qué quería saber ni querer.

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