¿Hola? ¿Seguís en línea? ¿Me leéis? Eso me consuela, pensé que nunca llegaría a escribir la historia número 100 del blog, y qué mejor día que éste, el del Apocalipsis apócrifo.
No es que quiera dármelas de listillo ahora que ha salido el sol, es que nunca llegué a creer que el mundo se fuera a acabar hoy. No nos merecemos una extinción tan épica. Es más, seguramente la raza humana, cuyo mayor error fue comenzar a existir, acabe sus días sepultada bajo siete mil millones de pianos caídos desde las azoteas.
Tengo un amigo que siempre hace el mismo camino de vuelta a casa cuando termina su jornada de trabajo. Pasa junto a un tanatorio y me dice que nunca, en los más de quinientos días que lleva realizando el trayecto, ha visto una sola lágrima resbalar por la carne viva. Le digo que a lo mejor da la casualidad de que aquel tanatorio es adonde van a parar las personas que merecen morir.